Dos sacerdotes decidieron ir a Niza de vacaciones.
Estaban determinados a tomar unas verdaderas, no usando nada que pudiera identificarlos como clérigos.
Tan pronto el avión aterrizó, se dirigieron a una tienda y adquirieron algunas bermudas, camisetas, sandalias y gafas de sol realmente llamativas.
A la mañana siguiente bajaron a la playa vestidos con su atuendo turístico.
Estaban sentados en sus hamacas de playa, bebiendo un coctel y disfrutando del sol y el paisaje, cuando una rubia despampanante, en topless pasó caminando junto a ellos que no pudieron evitar mirarla con admiración...
Al pasar frente a ellos, la rubia sonrió y dijo:
-"Buen día, Padre", "Buen día, Padre", saludando y dirigiéndose a cada uno individualmente al hacerlo.
Se quedaron atónitos. ¿Cómo diablos podía ella saber que eran sacerdotes?
Así que al día siguiente, de nuevo, se fueron de tiendas y compraron prendas aún más llamativas.
Y con su nuevo atuendo, se tumbaron en sus hamacas para disfrutar del sol.
Al rato, la misma rubia atractiva, en topless, volvió a pasar frente a ellos, y una vez más los saludó diciendo:
Se quedaron atónitos. ¿Cómo diablos podía ella saber que eran sacerdotes?
Así que al día siguiente, de nuevo, se fueron de tiendas y compraron prendas aún más llamativas.
Y con su nuevo atuendo, se tumbaron en sus hamacas para disfrutar del sol.
Al rato, la misma rubia atractiva, en topless, volvió a pasar frente a ellos, y una vez más los saludó diciendo:
"Buen día, Padre", "Buen día, Padre" y comenzó a alejarse.
Uno de los clérigos no pudo evitarlo y dijo:
- "Un momento, señorita"
- "¿Si, Padre?"
- "Nosotros somos sacerdotes, orgullosos de serlo, pero debo saber cómo es posible que usted sepa ¿qué somos clérigos, vestidos como estamos?"
Ella replicó:
- "Padre, soy yo... ¡La Hermana Catalina!
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